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THE CROWN EN NETFLIX: BATALLA DE IMÁGENES EN MEDIO DE UN DIVORCIO REAL

Cada mes, No Com descifra batallas narrativas, a menudo épicas, a las que se enfrentan muchas empresas o instituciones. Segundo episodio: cuando una serie de Netflix narra un cambio de rumbo para ganarse el favor del público gracias al “choque de imágenes”.

Tanto como las palabras, las imágenes son un poderoso medio para contar historias. Pero al intentar manipularlas demasiado, se corren riesgos. En el Reino Unido, la monarquía ha sufrido a veces las consecuencias de su deseo de controlar las imágenes, como lo ilustró la increíble controversia en torno a la foto retocada de la princesa de Gales, en marzo de 2024.

Esta historia está estrechamente ligada al peso de la prensa sensacionalista británica, a menudo más poderosa que la televisión y cuya economía se basa en gran medida en la publicación de fotos impactantes, particularmente de miembros de la familia real. Las desgracias de Carlos y Diana fueron, en su momento, la alegría de los paparazzi y llevaron al paroxismo la batalla de narrativas opuestas mediante imágenes intercaladas, con el trágico desenlace que todos conocemos.

La última temporada de The Crown es un ejemplo magistral de ello. En la sexta temporada de la serie disponible en Netflix, el deterioro de la pareja real es objeto de un episodio particularmente elocuente. O cómo un conflicto íntimo se convierte en un culebrón en la prensa, orquestado tras bastidores por asesores de imagen y manteniendo al público en ascuas durante semanas.

Cuando dos narrativas se enfrentan en imágenes

Al comienzo de este episodio titulado “Dos fotografías”, Diana acapara el terreno mediático con éxito. Fotos robadas de su idilio con Dodi Al Fayed en un yate en el Mediterráneo, complicidad con sus hijos, visita humanitaria a los campos de minas en Bosnia… La ex esposa del príncipe Carlos está en todas partes, al punto de eclipsar al heredero de la Corona, prisionero de su estatus de mal esposo y padre distante.

Entonces, Charles, de vacaciones en sus tierras escocesas, recibe la visita de Mark Bolland, su asesor de imagen. Este le propone una estrategia de contraataque. ¿Su idea? Organizar una sesión de fotos protagonizada por el príncipe y sus dos hijos, en los austeros paisajes de las Tierras Altas que tanto aprecia, simbolizando tanto su cercanía con la naturaleza, el Reino Unido eterno y sus hijos unidos por el gusto de las alegrías simples, lejos de los escándalos “people” de Diana. “Esta sesión de fotos nos ofrece una oportunidad: mostrar dos culturas diferentes, Saint Tropez / Escocia, escándalo / dignidad, irresponsabilidad / deber, egoísmo / principios, princesa de los tabloides / príncipe de los periódicos serios”, resume Mark Bolland.

Ahí es donde interviene Duncan Muir, un fotógrafo tradicional, con raíces locales y atento al decoro, justo lo contrario de Mario Brenna, el icónico paparazzi de finales de los noventa, que tomó las fotos de Diana y Dodi Al-Fayed. Una vez más, los guionistas de The Crown utilizan el contraste para subrayar el abismo entre los dos rivales. El contraste entre las dos fotos (del yate y de las Highlands) no es sólo visual, sino también entre dos narrativas y dos puntos de vista, dos visiones del mundo.

Un episodio emblemático de los desafíos de la comunicación actual

Si este episodio es impactante, también lo es porque ilustra el aumento de poder de los tabloides en las estrategias de influencia a finales de los años 90. Un fenómeno que se ha amplificado desde entonces con la irrupción de Internet y las redes sociales en la vida pública.

“La familia real está atrapada entre la banalidad de su vida privada y una vida pública casi mística”, analiza Charles de Beistegui, director en No Com. Sin embargo, la luz cruda que de alguna manera permitieron entrar en la “magia monárquica” ha perturbado un equilibrio frágil”. Frente a este ogro que es la prensa sensacionalista, siempre deseosa de desacralizar, los asesores de imagen deben tratar de imponer una narrativa ficcionalizada, sobre todo a través de imágenes hechas públicas. 

"La fuerza de la comunicación es lograr crear puntos de inflexión.”

Para Charles de Beistegui, este episodio de The Crown es emblemático de los desafíos de la comunicación actual: “Al principio, el príncipe Carlos no se siente cómodo con la idea de escenificarse, al igual que su hijo William. Pero entiende que debe hacerlo para servir a su narrativa personal y, más allá de eso, para preservar la institución real.” Sobre todo, la intuición de su consejero acierta: esta imagen, por muy fabricada que sea, logra capturar algo verdadero. “La dimensión secular de las tradiciones británicas, el amor por la naturaleza… Esta foto refleja por sí sola la personalidad proyectada del príncipe Carlos, más allá de la escenificación”. Un golpe maestro: con esta imagen nace el relato de un hombre enamorado de la simplicidad, comprometido con el medio ambiente, padre atento de sus hijos como lo será con la nación. “La fuerza de la comunicación, resume Charles de Beistegui, es lograr crear puntos de inflexión”.

Desde Carlos hasta Kate Middleton, continúa la novela fotográfica de los Windsor.

Iris Kemoun y François-Xavier Maigre