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ANATOMÍA DE UNA CAÍDA O EL PODER DEL STORY-THINKING

Muchas películas recientes nos invitan a suspender nuestro juicio y a desafiar nuestras certezas frente a situaciones más complejas de lo que parecen. Dar cabida a la sutileza, recrear los terrenos comunes… ¿Y si la ficción nos permitiera evadir la trampa de la antagonización?  

Todas las creaciones artísticas son, a su manera, un reflejo de su tiempo, pero cada año algunas se destacan al resonar de manera más particular con el contexto. Estas obras, en las que la ficción se une o supera la realidad, reciben tanto el reconocimiento de los jurados profesionales y los críticos como el favor del público. Más allá de sus cualidades artísticas, también son reconocidas porque actúan no como una escapatoria de lo real, sino como su revelador más sutil. Nos ayudan a reconocer lo que hay detrás de las cosas y hacen avanzar nuestra comprensión global del mundo que nos rodea, así como nuestra sensibilidad para percibir los detalles. Logran crear terreno común sobre temas difíciles, lejos del bullicio de las disputas mediáticas. En una palabra y en todos los sentidos de la palabra, son un alivio en temas que pueden doler.

En 2023, el cine francés galardonó “La noche del 12”, de Dominik Moll, con 7 César, incluido el de mejor película. Este thriller policíaco, basado en una historia real, planteaba hábilmente la cuestión de cómo vemos la violencia contra las mujeres. Una joven es brutalmente asesinada. El culpable no aparece por ninguna parte, pero un joven policía se muestra implacable. La investigación se alarga y descubrimos que el estilo de vida de la víctima no se correspondía con los cánones tradicionales de la virtud. La película nos invita a cuestionarnos sobre lo que realmente ocurrió, la multiplicidad de puntos de vista y versiones, y nuestro propio juicio reflexivo. La  obstinación del joven policía pone en tela de juicio a todos aquellos que están dispuestos a tomar atajos para acomodarse a lo inaceptable. Su incansable búsqueda nos insta a no renunciar nunca a nuestros ideales de justicia, incluso cuando parezca inútil hacerlo.

Este año, otra de las películas más destacadas es “Anatomía de una caída” de Justine Triet. La película acumula premios: ya ha recibido la Palma de Oro en Cannes, el Globo de Oro al mejor guión, está nominada a los Oscar en 5 categorías y a los César en 11.

Un hombre ha muerto, ¿fue una caída accidental, un suicidio o un homicidio? Su pareja es la principal sospechosa. Asistimos a su juicio, al desglose de los aspectos más íntimos de una vida en pareja, a la lenta, peligrosa e incierta búsqueda de la manifestación de la verdad. “Cuando no podemos saber, debemos elegir”, esta frase de uno de los personajes en un momento crucial de la trama es una lección de vida. No siempre sabemos, y cuando sabemos, rara vez sabemos lo suficiente y, sin embargo, debemos elegir.

La película es una obra maestra de intensidad, pero sobre todo nos invita a suspender nuestro juicio: ¿quién es víctima de quién en una pareja con dificultades? ¿Discutir para encontrar al culpable en lugar de buscar juntos soluciones no es el camino más seguro para engendrar sufrimiento y caos? ¿Desde dónde y cuándo comienza la violencia? ¿Cómo superar nuestras heridas y seguir adelante? “Cuando no podemos saber, debemos elegir”, sí, mil veces sí. La famosa frase de Jung también nos viene a la mente: “Pensar es difícil, por eso la mayoría se convierten en jueces”. “Anatomía de una caída” nos eleva porque es un alegato a favor de la escucha y la suspensión del juicio en una época que promueve en gran medida el enfrentamiento, la calumnia y el acoso digital. Se necesita mucha escucha y paciencia para elegir con humildad, y evitar que nuestros instintos decidan por nosotros.

Una vez más, una obra de ficción aborda un tema difícil, sensible y divisivo, y en lugar de incitarnos a pelear, nos invita a escuchar con benevolencia y a moderar nuestras certezas. El tiempo prolongado de la narración permite cuestionar suavemente nuestros reflejos y creencias sin sentirnos amenazados en lo que somos, sino enriquecidos con perspectivas más amplias.

Cuando los programas de televisión se han convertido en ferias de peleas y escándalos, ¿los sets de cine están volviendo a ser “espacios seguros” para cuestionarse y escucharse sin destruirse? En cualquier caso, en un mundo que se polariza, la ficción ciertamente tiene un papel importante que desempeñar en la recreación de lo común. Es hora de interesarse por las virtudes del “story-thinking”: el poder que tienen las buenas historias de generar cuestionamiento y reflexión en común sobre temas difíciles.

Alain Peron

Photo de Krists Luhaers sur Unsplash