Frente a cuestiones como la reducción del paro, la lucha contra el terrorismo y la inseguridad o el aumento del poder adquisitivo, la problemática medioambiental no es una gran preocupación para la opinión pública. Por razones como la decepción causada por los grandes encuentros sobre el clima o la desconfianza ante el discurso medioambiental de las empresas, vemos instalarse una «fatiga verde» que se traduce en un menor compromiso de la gente en el día a día.
Sin embargo, la gente es muy sensible a la protección de su salud y a la de sus seres cercanos.
Por consiguiente, si las empresas logran vincular su discurso medioambiental con un tema de salud (por ejemplo, estableciendo una relación entre las emisiones de CO2 y las enfermedades respiratorias) aumentarán considerablemente las probabilidades de que tanto sus clientes como sus empleados las escuchen y las tomen en cuenta.